lunes, 5 de julio de 2010

¿Qué es la afectividad?


Ante esta interrogativa son múltiples las definiciones que podemos encontrar al respecto, sin embargo hay una que engloba de muy buena manera el concepto de afectividad, definiéndolo como el conjunto de emociones y sentimientos que un individuo puede experimentar a través de las distintas situaciones que vive.

Pero, ¿por qué la afectividad es tan importante al interior de nuestras aulas?

Toda sala de clases necesita de un ambiente propicio para que los alumnos se sientan a gusto y dicho de otra manera mucho mas simple, que sientan interés por asistir a clases. Por lo tanto, la labor del docente es preocuparse del mas mínimo detalle que pueda hacerse presente al interior de la sala de clases y no solo en lo que respecta a la infraestructura, sino que deberá velar por la relaciones que se establezcan entre los alumnos y el o ella misma deberán tener una buena disposición y trato hacia sus estudiantes, solo así de esa forma se conseguirá una aula mas armónica.

Más aún cuando en nuestras aulas podemos encontrar un sin fin de nuevas experiencias de las cuales podemos ir apr endiendo o bien potenciar durante todo el proceso de enseñanza - aprendizaje. Pero, mas allá de ese enriquecimiento hay algo que es más importante aún y algo que con el tiempo se ha quedado en el olvido, la afectividad.

Actualmente, la mayoría de los alumnos al interior de la sala de clases lo único que hacen es causar desorden durante toda la hora de clase y peor aún, golpear a sus compañeros. Pero, ¿es correcto culpar a los alumnos? ¿o será que el mayor responsable de que ese tipo de situaciones que sucedan es el profesor a cargo del curso?.

En el aula lo más importante para el niño es la flexibilidad, que aunque parezca contradictorio es establecer los límites claros para los niños ; así se favorece el aprendizaje de las normas de comportamiento, y el desarrollo de la autodirección personal y de la conciencia. Ser flexible implica por parte del educador, actitudes de empatía y comprensión y captar necesidades que no siempre se manifiestan ostensiblemente y que su detección supone un desafío para el profesor.

Sin embargo, demostrar la afectividad no es tarea siempre fácil.

Concepto erróneo de docente


Si bien la afectividad no es una tarea fácil, se puede ir trabajando poco a poco. Un buen docente no es aquel que grita más, o el que ejerce mayor poder sobre sus alumnos, demostrando autoridad sobre ellos. ¿Cuántos de nosotros hemos sido testigos de como muchos profesores, demuestran en sus aulas constantemente su autoridad?. Pero ¿han conseguido algo?, ¿sus alumnos se portan mejor?, ¿suben su rendimiento en clases?.

Un buen profesor es aquel que en sus clases es empático con sus alumnos, aquel que trabaja el tema de la afectividad con ellos, por eso es tan importante que como futuros docentes sepamos de que manera podemos llegar a nuestros estudiantes y aunque para algunos suene casi como conocido, es algo que no se maneja en clases y recordarlo de vez en cuando no es malo.

Somos testigos hoy en día, de como al interior de las aulas los alumnos demuestran un grado de agresividad con sus compañeros y no solo a él va dirigida esa actitud, sino que entre los mismos alumnos se van generando conflictos, que llevan a los golpes entre ellos. Es por eso, la importancia del trato que el docente mantenga con los alumnos. El docente es un modelo para los estudiantes, por tanto si el profesor los trata mal, lo único que lograra será que ellos también sean de esa forma y peor aún que vean la educación como algo ajeno a ellos, en donde no haya espacio para la motivación.


Video relacionado:
http://www.youtube.com/watch?v=E3_NuWb9r2A


Pelicula recomendada: Los niños de San Judas, dirigida por Aisling Walsh.

¿Cómo trabajar la afectividad?


La afectividad es un proceso que se va dando poco a poco, pero podemos se pueden trabajar algunas cosas, para así hacer de nuestra aula, una sala de clases mas armónica.

Manejar el tono de la voz y el trato agradable, suponen un gran paso por parte del educador, aunque muchas veces se sienta uno tentado a restablecer el buen dinamismo con un par de gritos, pero no es lo correcto si queremos desarrollar el concepto de afectividad en el aula.

Por otro lado, las expresiones verbales, manifestaciones de aceptación, las repeticiones y explicaciones también ayudan.
El rostro es una manifestación muy rica del grado de aceptación y del humor; a través de rostro y cara, el alumno puede captar si es un buen partícipe y si es bien aceptado, por parte del docente.

El acercamiento físico, a través del tacto y caricias positivas es una buena demostración y que al niño le ayudan a sentirse integrado. El niño es como es y no siempre nos resulta fácil aceptarlo puesto que los educadores somos perfectos y hay actitudes que nos gustan y otras que nos cuestan más aceptarlas. Pero, lo importante es reconocer y aceptar lo que más nos cuesta y saber como debemos actuar en aquéllas actitudes que son favorecedoras de las relaciones, como es la sintonía o empatía, esencial para que el niño se encuentre en una atmósfera de credibilidad, confianza y participación.

La sintonía se puede expresar y el niño es capaz de captarla a través de las manifestaciones verbales y no verbales. Se refleja en el movimiento, en la postura, gesto, contacto físico, tono de voz y la mirada.

El educador ha de ser hábil en la demostración de la sintonía o empatía y también en la correspondencia con el niño. Crear sintonía es una buena opción para situarse en un aula con niños, es una habilidad por tanto puede aprenderse y produce efectos beneficiosos tanto en el educador como en el niño.

Otro de los elementos, que pueden ser de gran ayuda para favorecer la afectividad es adecuar la sala de clases de acuerdo a los intereses de los alumnos, por tanto es una buena idea que sean ellos mismo quienes la pueden adornar, con algún contenido que les guste más.


Pelicula recomendada: Los Coristas, dirigida por Christophe Barratier


Aspectos psicosociales relacionados con la afectividad


Son cuatro los puntos más importantes desde el punto de vista del niño pequeño, que pueden ser importantes para la adaptación del niño en la escuela y en donde los educadores tienen un papel afectivo activo como opción a desarrolla.

Seguridad: El niño necesita de un mundo de estímulos continuos y ser orientado en los mismos para ir adaptándose exitosamente y en dónde encontrar ánimos para ir descubriendo nuevas experiencias. El niño debe ser preparado poco a poco para enfrentarse a lo nuevo, sin ser engañado ni avergonzado, con pautas concretas para controlarse y aprender los límites, y aceptar las correcciones sin sentirse amenazado ni protegido en exceso por parte de educadores y familia.

Independencia: El niño ha de ir desarrollando autonomía e intentar hacer cosas por sí solo. El mundo en donde se desenvuelve es muy importante que sea atractivo y que asocie el trabajo a lo distraído o divertido, para que se convierta en un estímulo y lo vivencie positivamente. La manera en cómo vaya superando las dificultades con éxito, irá fomentando su propia autonomía estima e independencia.

Respeto y confianza: Estas actitudes el niño las incorpora con las distintas experiencias y por observación de padres y educadores. Inculcar el respeto y la confianza a través de la lectura, llamando la atención sobre aspectos concretos en los cuentos y en las distintas situaciones de la vida cotidiana en los que hay que recapacitar. Es interesante dar explicaciones concretas y puntuales, resolver dudas, hacer numerosas preguntas acerca de temas relacionados con los valores, en definitiva ir asentando las bases para prepararlos para el futuro.




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